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La escoba y yo: una historia de empresarialidad femenina
Escrito por: Jessica Lemus
La escoba y yo nos conocemos muy bien. Me ha esperado puntualmente junto a la puerta todas las mañanas deseosa de iniciar nuestra jornada doméstica. A veces es un pincel con el que dibujo círculos de limpieza en la casa y en el jardín, otras veces es solo una silenciosa herramienta para sacar el polvo.
Mi escoba también ha sido muy paciente, me observa sin prisa mientras cocino, lavo y plancho segura que llegará el momento en que iniciemos nuevamente con nuestra danza de todos los días. Es tan buena que le he perdonado las marcas que deja en mis manos después de las jornadas de trabajo, al final, las dos estamos cumpliendo con lo que “debe ser”, después de todo no debe ser tan malo, esa silenciosa tarea fue capaz de inspirar al mismísimo Van Gogh quien lo inmortalizó en una de sus pinturas.
Nunca me cuestioné mi relación con la escoba. Un día la pusieron en mis manos y de una manera natural las cosas se fueron dando. Debo ser justa al decir que la escoba limitaba seriamente mis movimientos en el mundo, no era del todo incapacitante mientras yo llevara la escoba en las manos, ya que podía hacer muchas cosas con ella. Así, pude ir a la escuela, conseguir un trabajo y hasta cuidar de mis hijos, eso sí, sin nunca soltarla. Funcionamos muy bien durante muchos años, ella era fiel a mis manos y yo, cumplía sin cuestionar las tareas asignadas que se me daban para con ella.
Hasta que un día, me pregunté ¿por qué en una casa llena de personas, yo era la única que usaba la escoba?
Fiel a mi naturaleza, emprendí una tarea de investigación y descubrí cosas impresionantes. Desde tiempos inmemoriales, ella mi vieja amiga, fue delegada a las manos femeninas, estableciendo un rol de género que se consolidó con el pasar del tiempo y se tomó como un símbolo de trabajo, uno doméstico el cual sólo las mujeres debíamos realizar, para mantener el cuidado y limpieza del hogar, independientemente de las tareas que desempeñemos en la sociedad. Descubrí, que hubo mujeres que no se sintieron conformes y contra todo orden social, las utilizaron para volar, muy por encima de estos estereotipos, hasta la suerte de ser llamadas, brujas. En resumen, existían dos posiciones: la de la mujer hacendosa que mantiene la casa limpia con la escoba en función 24/7 o la mujer egoísta que monta su escoba y se desatiende del mundo doméstico.
En medio de esa polarización, por primera vez, me cuestioné si estaba usando mi escoba de la manera correcta…necesitaba más información.
En mi búsqueda, descubrí que los roles de género son estructuras complejas en las que intervienen factores sociales, económicos, políticos y culturales, en los que se construyen barreras invisibles que desde 1978 y por mérito de Marilyn Loden, se les ha llamado techos de cristal y que limitan el desarrollo integral de las mujeres. Techos invisibles que se manifiestan con más fuerza dentro del ámbito laboral, limitando a las mujeres a condiciones de subordinación que comprometen su sentido de libertad económica y desarrollo profesional.
Una brecha marcada que, según datos de Organización de las Naciones Unidas (ONU Mujeres 2023), se necesitarán al menos 300 años para lograr la igualdad de género, hasta entonces la realidad se mide en cifras como las reflejadas por el estudio del Banco Interamericano (BID 2021) que se reconoce que solo el 14% de empresas son propiedad de mujeres, y que solo un 15% de mujeres poseen cargos directivos en empresas privadas. Más allá del tema de igualdad, se afirma que sin mujeres no puede existir un desarrollo sólido y sostenible. Sin embargo, pese a datos tan contundentes, sólo el 15% de empresas analizan las brechas de género dentro de sus organizaciones, por si fuera poco, según data de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para 2013, la tasa de desempleo de mujeres era un 1.35 más alta que la de los hombres.
Sin embargo, en medio de un panorama inquietante también hay información que confirma que las mujeres, aún con la escoba en la mano y con una marcada desventaja en el mercado laboral, lograron conquistar un segmento hasta ahora también dominado por los hombres: la empresarialidad.
El Informe Especial Global Entrepreneurship Monitor (2017) sobre Emprendimiento Femenino, reveló que en los últimos dos años la actividad emprendedora de las mujeres de todo el mundo ha aumentado un 10%, destacando que el carácter innovador de los negocios liderados por mujeres es un 5% superior a aquellas lideradas por hombres, para 2019 según estudios de MasterCard el aumento de las empresas lideradas por mujeres era ya del 13%. Este hecho sin precedentes hace que nos cuestionemos, ¿Habrá alguna grieta en el techo de cristal?
Podría en este punto decir que sí, pero esta grieta obedece a los años de constante trabajo de miles de mujeres alrededor del mundo y a la innata capacidad de liderazgo de las mismas, a lo que en el sector empresarial se traduce en habilidades como el emprendimiento con propósito, mejor gestión del riesgo y al enfoque colaborativo.
Después de mi análisis descubrí y re-defini el poder de mi escoba: tiene la capacidad de borrar esos prejuicios, limpiando también la mente de pensamientos limitantes para luego poder sustituirlos por pensamientos de crecimiento.
Con la certeza de saber que el techo se está rompiendo y decida a sumarme a estas mujeres que rompen barreras, me integré al programa Juntas Contamos que a través de 4 componentes (construcción de capacidades, acceso a mercados, preparación para la financiación e intercambio de información) fortaleció mis conocimientos y habilidades de Marketing Digital, Gestión Financiera y Sostenibilidad. Con estas nuevas herramientas pude iniciar un nuevo camino de desarrollo personal y económico en donde he tenido grandes experiencias. Y yo creo que se preguntarán ¿qué pasó con mi amiga la escoba? Me fue imposible decirle adiós (el mundo y yo aun no estamos listos para hacerlo) por lo que se volvió la inspiración de ‘Escoba Inc.’, un próspero negocio de limpieza en donde los hombres también las usan.
Jessica Lemus – Consultor Senior en Desarrollo Empresarial
Jessica Lemus es salvadoreña y abogada con especializaciones en Intervencionismo en agresores por violencia de género y Educación universitaria, así como la certificación en docencia universitaria. Posee diplomaturas en sistemas políticos y gestión pública, economía del desarrollo, liderazgo de mujeres en gestión pública y política y Administración de proyectos de Ambientes Virtuales de Aprendizaje. Ha representado a su país en eventos internacionales como el MOEA 2013 de la OEA realizado en Washington DC con un enfoque en relaciones internacionales y diplomacia. Además de desempeñarse desde hace 2 años como docente universitaria y asesora de tesis de grado en la Escuela de Relaciones y Negocios Internacionales de la Universidad Evangélica de El Salvador, cuenta con seis años de experiencia trabajando en las áreas de empresarialidad femenina en gobiernos municipales y organizaciones públicas de la región, y posee más de cinco años de experiencia desempeñándose como consultora en desarrollo de habilidades blandas donde ha tenido la oportunidad de asesorar y acompañar a empresas privadas a nivel internacional. Como voluntaria ha recorrido al menos diez años en tareas de empoderamiento femenino y conciencia social y ambiental con universidades, organizaciones de voluntariado internacional y fundaciones en proyectos enfocados en la mujer y la niñez. Entre sus tareas de voluntariado destaca su participación activa como columnista en revistas y medios digitales, conductora de cápsulas de atención legal con enfoque de género en programas radiales y televisivos en El Salvador. Se unió al equipo de Agora en 2023 y desde entonces ha trabajado como Consultora en desarrollo organizacional dentro del Programa Juntas Contamos con incidencia en Guatemala, México, Honduras y El Salvador logrando impulsar el desarrollo económico de empresarias de la región, trabajando áreas como habilidades blandas, género y marketing digital.